lunes, 22 de agosto de 2011

La leyenda de Kotrumm



  Mientras Boby yacía tendido en el hombro saltarín de Arcimbolda, ésta escuchaba atentamente las instrucciones de una de las ñathas.

-Cruza el lago nadando estilo mariposa, es importante que no abras los ojos ya que en las profundidades viven los cornalettes, mensajeros de Kotrumm, y son especialistas en robar sueños y deseos. Luego, cuando estés en la orilla, salta tres veces sobre el pie derecho y camina veinticuatro pasos en dirección opuesta a los cactus de popote, los reconocerás porque están llenos de espinas y en su interior brillan los popotes intensamente (?). Encontrarás frente a tu nariz una gran puerta invisible que si te paras de cabeza y cierras los ojos cantando la canción del “arroz con leche”, se materializa durante cinco segundos. En ese momento, si cumpliste correctamente las instrucciones, el Gran Sabio te invitará a tomar un mate cocido con galletitas de salvado y te contará con detalles la historia del malvado Kotrumm.

  Arcimbolda no recordaba el sabor del mate cocido ni el de las galletas, pero la idea de comer algo le pareció estupenda y se dispuso a cumplir al pie de la letra el ritual.

  Ya lista para partir, miró avergonzada a las ñathas y confesó haber olvidado por completo el instructivo.

-No te sientas frustrada, hasta que visites al Toro Jeringoso, deberás esforzarte por retener la información- Muy pacientes volvieron a explicar el procedimiento y se alejaron dibujando firuletes violetas en el horizonte.

  Implicó un gran esfuerzo y tuvo que cantar tres veces al “arroz con leche” porque no podía recordar si la señorita era de San Nicolás o San Sebastián. De todos modos el Gran Sabio se presentó y la invitó a pasar a una pequeña oficina cuyo estilo en decoración y la excesiva recarga de portarretratos y adornitos la mantuvieron con la boca muy abierta y la mente dispersa un buen rato. Sobre una repisa un cartel anunciaba “Está usted en presencia del Gran Sabio del lago. Sonría, lo estamos filmando”. Arcimbolda dibujó una sonrisa y lo miró a Boby para que la imitase, pero el cerdo no sabía leer con sus ojitos de canica.

  Era nada más y nada menos que un sapo viscoso, lleno de verrugas.

  Una vez servido el mate cocido, Arcimbolda desviaba la mirada intentando concentrarse en las paredes de la pequeña habitación. El Gran Sabio tenía una mirada penetrante y, además untaba mosquitos en las galletas de salvado, las cuales comía con un ligero latigazo de la lengua. Se sentía un tanto incómoda.

-He venido a visitarlo señor Gran Sabio- se apresuró Arcimbolda, con la intención de retirarse rápidamente y obtener algo de información- porque las ñathas me aseguraron que usted puede hablarme sobre un tal Kotrumm, que parece ser muy malvado, y porque… dijeron algo de un toro… y la verdad ya no recuerdo mucho más y estoy cansada de no recordar nada, verá necesito saber cómo llegué aquí para volver a casa, que ya ni se donde era- tomó un sorbito de mate cocido haciendo ruido.

  El sapo la miraba inmóvil, con sus grandes ojos que se abrían y cerraban asincrónicos y con la lengua pegada a una galleta.

-La constelación de la Pájara Pinta había anunciado tu llegada Arcimbolda- rompió el silencio con una vos grave notablemente fingida.
-¿Cómo…cómo sabe mi nombre? Y, por cierto, ya estoy harta de escuchar hablar del toro, la pájara, que la luna… ¿Qué es todo esto?- Arcimbolda comenzó a impacientarse y hacer puchero.
-Una pregunta por vez y el Gran Sabio te ayudará jovencita.- Hablaba con una lentitud exasperante.
-Bien pues, empecemos por Kotrumm, de quien debo cuidarme según aseguran…

  El Gran sabio carraspeó aclarándose la garganta y con su gigantesca mirada perdida en el techo de la habitación, relató:

Antes del tiempo en que nacieron los hombres, que emergieron de las profundidades, habitaba en la tierra un mostro llamado Kotrumm. Este fue el nombre que le pusieron los animales a la bestia, porque cuando caminaba la tierra sufría y emitía un sonido: Kotrumm.
No existía animal que se le enfrentase, todos huían despavoridos ante su presencia. Eran tiempos en que el caracol que leyó a Krishnamurti desconocía su poder, y el mundo era caos.
“Era un demonio que maldecía la existencia de los animales. Difícil resultaba escaparse de él, corría velozmente, como el Trum-Trum (el trueno), tenía garras como cuernos y dientes de filosas piedras, de esas que brillan y los monos condicionadores matan por ellas.
“Su poder crecía a la par de su estómago, los animales feroces que engullía eran alimento para su soberbia. Diezmó todas las especies. Las alimañas pidieron ayuda a la madre Tierra, que no pudo hacer nada,  aún estaba dolorida por las profundas huellas que en su cuerpo había dejado Kotrumm.
“Todos los animales buscaron refugio. El problema era que la comida estaba afuera del escondite, en la tierra, donde acechaba la bestia.
“Los animales debían terminar con este tormento y decidieron reunirse en consejo. La reunión se realizó en las montañas.
-          Tenemos que matar a este demonio, pero lo debemos hacer juntos ¿Quiénes son voluntarios para la hazaña?
-          Nosotros, nosotros –dijeron a coro los cardamomos- podemos cavar una red de túneles por debajo de la tierra con nuestras raíces, atraer a Kotrumm con una carnada y la tierra caerá por su peso.
-          Pero es alto como los árboles, sus túneles no le van a llegar a las rodillas.-dijo el Gato Rayón y todos rieron a coro. Continuó: -Yo lo voy a matar con mis cortantes uñas y filosos dientes, además pertenezco a la noble raza guerrera felina, nunca nadie nos ha vencido.
-          ¿Tus dientes atraviesan escamas tan duras como piedras, puedes correr más rápido que el trueno y saltar de montaña a montaña, “noble guerrero”?- preguntó el Pájaro-.
-          No, pero…
-          Basta  de estupideces, escuchen mi propuesta.- dijo altivo el Zorro Encapuchado-. Todos sabemos que soy el más astuto e inteligente  de los aquí presentes.
-          Sí, - acotó el Pez Cado, que asomaba su cabeza por una piedra junto al río- sobre todo, después que tu madre te abandonó por ser un charlatán insoportable, tenías que alimentarte por tu cuenta. Como nunca escuchaste los consejos que tu madre te dio, casi mueres de hambre. Es más -continuó su discurso- Propongo que el zorro sea la carnada de cualquier plan, porque gracias a nosotros está vivo.
          “Todos dirigieron la mirada al zorro, que ya estaba caminando hacia atrás, y cuando se alejó lo suficiente, huyó entre las sombras de la noche. Nunca más el Zorro Encapuchado participó en los consejos de los animales, vive solitario y ha aprendido a hacerse el muerto.
           “Las discrepancias no aportaban soluciones.
“Muchas muertes hubo en ese tiempo. El hambre liquidó las poblaciones. No se criaba porque las hembras no tenían las fuerzas para hacerlo. Grandes enemigos se hicieron entre las distintas razas de los animales y comenzaron a devorarse creando así cadenas alimentarias invariables. Sobrevivían los más fuertes.
“Durante el quinto sol, del décimo día, del tercer año, Kotrumm, por su propia voluntad, se trasladó a las cavernas a cuidar el pórtico del patio de Kasüll. La tierra aún gemía por el dolor de las pisadas, señal por la cual los animales estaban seguros de que Kotrumm estaba presente, pero ya no lo veían.

El Gran Sabio tomó un sorbo de mate cocido y untó otro mosquito en la galleta.
-No ha de ser tan malo, si solito se fue a las cavernas- dijo Arcimbolda que, encantada con la historia, seguía repleta de interrogantes.
-Una consulta por visita jovencita. Un placer.

El sapo, un tanto descortés, chasqueó los dedos y mágicamente la habitación se esfumó. Cuando Arcimbolda empezó a quejarse ya estaba nuevamente donde la habían dejado las ñathas.
CONTINUARÁ...