miércoles, 10 de agosto de 2011

Arcimbolda y la Metástasis de Violetarum Homeosteóstasis

Arcimbolda y la Metástasis de Violetarum Homeosteóstasis

  Hubo una vez, en un lugar acomodado acá a la vuelta de la oreja, un pueblo donde todos se conocían, en el que vivían las viejas chismosas que usaban guantes de goma. Era una ciudad chiquita y obscura cuyo rey, Sir Mostacholinsky de procedencia un poco sueca y otro poco rusa, cortaba dos veces por semana el césped de los jardines de las viejas chismosas, para que no contaran las intimidades de la casita real.

   Hubo una vez también -esa misma vez- una pequeña princesa, que no era tan pequeña en realidad, llamada Arcimbolda, muy poco protocolar, heredera al trono de este pueblito dominado por la plebe.

   Resulta que esta tal princesita era muy coqueta y testaruda, se negaba a aceptar su pertenencia a la realeza y hacía todo lo que le estaba prohibido en el palacio.
-Cuando yo era princesa- le decía la reina- vuestra abuela se sentía orgullosa de mi. No necesitaba dar órdenes ni enojarse tan a menudo. Debéis recordar siempre, Arcimbolda, que vuestra presencia es ejemplo para el pueblo. Tenéis terminantemente prohibido salir al jardín sin tus zapatos, no podéis bañaros en los lagos como cualquier niña vulgar, algún día, cuando yo no esté a tu lado, seréis la reina y entonces sabrás por qué os digo esto.

   Pero la jovencita no lograba entender las razones para tantos impedimentos y pensaba que podía ser perfectamente una princesa divertida y simpática como cualquier otro niño del pueblo.
-¿Cómo esperáis, madre, que memorice y aprenda todo lo que tú y mi padre dicen a diario? ¿Tantas obligaciones siendo tan joven?, tantas órdenes, consejos… Me agotan madre… solo quiero divertirme un poco más sin que mi cabeza repita constantemente “Eres una princesa”
-Pronto llegará el día en que todo lo que aprendas hija mía, junto a cada uno de vuestros recuerdos, os convierta en una mujer llena de riquezas… Vuestra cabecilla aprenderá qué es lo correcto y qué no, mientras tanto debemos enseñaros a elegir. Y no dudéis nunca de la capacidad de vuestra memoria… Recordar es fácil para el memorioso y olvidar es difícil para quien tiene corazón…
   La princesa no entendía una sola palabra de aquellos sermones y solía ofenderse aun más.

   Las discusiones en aquella familia aumentaron cuando Arcimbolda, aburrida por su encierro, aprendió las bellas artes de la peluquería y la cosmética. El caos se desarrollaba durante la cena porque la joven se presentaba llena de ruleros, nudos e incluso peines incrustado en su larga cabellera castaña. Su pasión por aquella actividad era intensa y le resultaba inevitable explorar nuevos peinados en su cabecita aniñada.

  A veces le daban un chirlo suavecito y solita se acomodaba el cabello, otras veces se revelaba, se encogía de hombros, miraba desafiante y se encerraba en el sótano con un portazo indiferente.

-Si tan solo una vez…- se lamentó mirando fijamente una montañita de polvo acomodada en un rincón de aquel cuarto obscuro- si tan solo una vez me permitieran liberarme de todo esto… - Se detuvo pensativa en una hormiga que paseaba apresurada junto a sus pies y resuelta exclamó –Cambiaría cada detalle de esta vida real, os entregaría vestidos y comodidades, riquezas e incluso cada cosa que me recuerde a este palacio, mis responsabilidades y derechos- ya enojada continuaba pensando en voz alta- …os entregaría todo a cambio de… la libertad de no tener una historia llena de detalles que respetar, un montón de reyes y reinas refinadas que ordenen qué hacer, ya no quiero a mi madre repitiendo “Recuerda cuanto os he enseñado Arcimbolda”, ¡No quiero recordar nada!, ni siquiera… - dudó un instante – ¡Si! Ni siquiera a ellos, mis padres, que lo único que hacen es prohibirme lo divertido.

   Estaba tan enojada que, sin demoras, comenzó a practicar un nuevo peinado, consciente de que aquella actividad ayudaría a calmarla.

   Así fue como Arcimbolda resultó ser la única sobreviviente  a la peste violeta que atacó aquella noche a su pueblito, peste conocida como Metástasis de Violetarum Homeosteóstasis. Afortunadamente ella estaba refugiada en el sótano, intentando un ruloté en el flequillo, usando el dentífrico como gel fijador.
  
   La cuestión fue que el aroma a mentol que tenía en la cabeza fue impregnando la habitación y resultó concentrado al punto de desmayarla por completo (la reina había comprado el sabor con perlas de frescura, detalle que la sumió en un sonambulismo torpe hasta caer redonda sobre la alfombra peludita, a los pies de la escalera).

   Este hecho conmovedor fue muy importante en la vida de Arcimbolda quien, al despertar, notó una cascada de moco violeta deslizándose por la escalera del sótano. Intentó recordar el momento en que se había dormido, pero no pudo.

   Subió precipitadamente tropezando con los escalones, disparando astillitas de cristal mientras rompía sus zapatos (porque como toda princesa, debía usar zapatitos de cristal), intentando comprender aquel paisaje violáceo que la rodeaba.

   Nada.

   Revisó hasta el rincón más oculto de la casita real y… nada.

   Más allá flotaba un guante de goma naranja fosforescente y el cuerpo baboso de la dueña se escurría por la alcantarilla todavía con rastros granulientos y supurantes de Metástasis de Violetarum Homeosteóstasis.

   Todos los habitantes del pueblo habían desaparecido como por arte de magia.


CONTINUARÁ!...

1 comentario:

  1. nena!!! es genial!!! fausto esta recopado, y la verdad es que yo también!!! me encanto! ok, si aceptas sugerencias, lo unico que tengo para decirte es que colocaría al reves las entradas del blog,es decir esta misma al principio, del blog, para que uno mientras lee las continuaciones solo tenga que bajar, y no ubri y bajar y subir y bajr. Por lo demas me parece encantador, divertido entretenido, las palabras los nombres, todo es ocurrente..y lo mas importante en un cuento: atrapante. me alegra que me lo hayas presentado...abrazos por montones!
    fausto dice hola! y "me gusto mucho la chica del tenedor en la cabeza"

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