viernes, 21 de octubre de 2011


Lo primero que se le ocurrió a la joven princesa fue repetir el ritual para intentar una nueva visita al Gran Sabio y así responder más preguntas, pero cuando notó que volvía a amanecer en Alzheimer, comprendió que su plan había fracasado. Apenas podía recordar lo que habían dicho las ñathas y presentía que Boby tenía tanto hambre como ella, asique se dispuso a buscar algo para comer, caminando paciente entre las rocas que aparentaban dulces confites.

-Este es el plan- Le dijo resuelta al cerdo de peluche-  Armaremos un diario de viaje, algo que nos permita recordar todo aquello que vamos aprendiendo.
Tomó una hoja verde gigante de un árbol cercano y buscó la birome que aún conservaba en un bolsillito del vestido.
“ No mirar a los cornalettes”
“ Las rocas no son confites”
“ Buscar a un tal toro”
“ No acercarse a las cavernas”

Todo eso anotó haciendo esfuerzos sorprendentes y dobló la hoja en cuatro partes iguales cuidando no dañar lo escrito.

-Así recordaremos- dijo a Boby y se sintió orgullosa de ser tan astuta e inteligente.
           
            Caminaron un rato larguísimo y vieron salir el sol tres veces más. Pronto anochecería y la joven Arcimbolda necesitaba comer y encontrar un lugar seguro para pasar la noche.

El viento traía el fresco aroma de la ñathas y agitaba suavemente las coloridas copas de los árboles. Podían distinguirse entre el canto de los pájaros, rumores y risas amontonadas. Cuando Arcimbolda logró percibir aquellos sonidos se encaminó buscando ayuda: quienes carcajeaban locamente podrían decirle cómo sobrevivir en aquel reino tan extraño.

Cruzó una pequeña colina no muy cercana y descubrió de dónde provenía el alboroto: un centenar de duendecitos, sentados sobre girasoles gigantes, bromeaban, bailaban y se divertían a lo grande. Eso fue lo que Arcimbolda vio a lo lejos, claro que, mientras más se acercaba, más se sorprendía. Los duendes no eran duendes y los girasoles no eran girasoles, eran una especia de giraduendes o duendoles (pensó). La cuestión era que del centro de cada flor nacían cabezas narigonas, con cachetes colorados y sonrisas estridentes. Un canto lento y pegajoso invitaba a mover los pies al ritmo de los tallos que se balanceaban pintando una danza casi hipnótica.

Arcimbolda se acercó temerosa y nadie notó su presencia. Se aclaró la garganta y pretendiendo un poco de atención, repitió insistente el saludo. Nada. Ni una respuestita, cada loco con su tema y los cantos persistentes comenzaban a marearla.

Se sentó a unos metros con la cara larga y muy empacadita, sin querer, empezó a tararear la canción que la atormentaba. Entonces tuvo una idea y corrió hacia la primera fila de nosequé, se paró con firmeza y balanceando su cabeza del mismo modo que aquellas plantas comenzó a cantar:
“ Noooo recuerdo de donde vengooooo
  Ni cómo hasta aquí llegueeeee
  Mi noooooombre es Arcimbolda
  Quisiera hablar con usteeeeed, señor”
La cabezota risueña de la primer hilera la miro con sorpresa y contestó:
“ Shenioriiita Arshimboooolaaa
io shoooi el Cardamomo Momo
Y shi noooo puedo aiuuudalaaaa
Juro que nunca mashhh toooomo

Que nombre tan original, pensó Arcimbolda, asique aquellos eran los famosos Cardamomos parlanchines. ¡Borrachines mejor dicho! De todos modos Momo se había quedado dormido y le parecía complicadísimo inventar una canción que explicase qué buscaba y de dónde venía. La jovencita era muy buena con las rimas pero estaba cansada y tenía hambre, por lo que desistió de la idea de interactuar con aquellos locos jubilosos.

Justo cuando se alejaba de las extensas y sonoras plantaciones descubrió, en la última hilera, unas cabecitas que, como quien está en penitencia, miraban al piso sin bailar como el resto. Depositando las últimas esperanzas en aquel grupo aparentemente sobrio, Arcimbolda se acercó y saludó tímidamente.

Sin cantos y sin bailongos los pequeños brotes la observaron y respondieron atentos al saludo.
Entonces Arcimbolda un poco más relajada dijo:
-Si que es complicado ser un Cardamomo, los escucho rimar desde que llegué.
-No es complicado- rieron las platitas- es un don natural otorgado por el dulce néctar que nos recorre de raíz a cabeza.
-Pero ustedes no cantan- observó Arcimbolda confundida
-Pues porque aun somos pequeños para producir nuestro licor- explicó una Cardamomita chiquitita como un dedal- Cuando alcanzamos la mayoría de edad y ya no tenemos que mirar silenciosos a las hormigas, entonces puedes obtener de nuestras hojas el licor de Cardamomo más exquisito que jamás hayas probado, claro que con un alto grado de alcohol que, inevitablemente, nos recorre el cuerpo y nos llena de cantos y bailes.
           
       Lo cierto es que un aroma dulzón envolvía toda la plantación y Arcimbolda se apresuró a recolectar información antes de sentirse tentada a un poquito de licor de Cardamomo. ¿Un poquito nada más? ¡No señorita!
-Yo y mi compañero Boby somos nuevos en estas tierras y, la verdad es que necesitamos comer un poco, descansar. Ustedes ¿Podrían ayudarnos?- Preguntó Arcimbolda con timidez, pateando piedritas con la punta de los pies, enroscando el vestido entre sus dedos.
- Podrías ir a los campos de plátanos multicolores, siempre y cuando los Monos Condicionadores te permitan pasar, sino, cuando el próximo sol desaparezca y la Media Luna brille en lo alto del cielo, dará comienzo el banquete semanal de las constelaciones.
           
      Tras preguntar cómo llegar a los campos de plátanos, Arcimbolda se despidió agradecida y  anotó en su hojita de viaje:
“Los Cardamomos son unas plantitas borrachas simpaticonas”
“Quiero probar ese licor”
 continuará...

lunes, 22 de agosto de 2011

La leyenda de Kotrumm



  Mientras Boby yacía tendido en el hombro saltarín de Arcimbolda, ésta escuchaba atentamente las instrucciones de una de las ñathas.

-Cruza el lago nadando estilo mariposa, es importante que no abras los ojos ya que en las profundidades viven los cornalettes, mensajeros de Kotrumm, y son especialistas en robar sueños y deseos. Luego, cuando estés en la orilla, salta tres veces sobre el pie derecho y camina veinticuatro pasos en dirección opuesta a los cactus de popote, los reconocerás porque están llenos de espinas y en su interior brillan los popotes intensamente (?). Encontrarás frente a tu nariz una gran puerta invisible que si te paras de cabeza y cierras los ojos cantando la canción del “arroz con leche”, se materializa durante cinco segundos. En ese momento, si cumpliste correctamente las instrucciones, el Gran Sabio te invitará a tomar un mate cocido con galletitas de salvado y te contará con detalles la historia del malvado Kotrumm.

  Arcimbolda no recordaba el sabor del mate cocido ni el de las galletas, pero la idea de comer algo le pareció estupenda y se dispuso a cumplir al pie de la letra el ritual.

  Ya lista para partir, miró avergonzada a las ñathas y confesó haber olvidado por completo el instructivo.

-No te sientas frustrada, hasta que visites al Toro Jeringoso, deberás esforzarte por retener la información- Muy pacientes volvieron a explicar el procedimiento y se alejaron dibujando firuletes violetas en el horizonte.

  Implicó un gran esfuerzo y tuvo que cantar tres veces al “arroz con leche” porque no podía recordar si la señorita era de San Nicolás o San Sebastián. De todos modos el Gran Sabio se presentó y la invitó a pasar a una pequeña oficina cuyo estilo en decoración y la excesiva recarga de portarretratos y adornitos la mantuvieron con la boca muy abierta y la mente dispersa un buen rato. Sobre una repisa un cartel anunciaba “Está usted en presencia del Gran Sabio del lago. Sonría, lo estamos filmando”. Arcimbolda dibujó una sonrisa y lo miró a Boby para que la imitase, pero el cerdo no sabía leer con sus ojitos de canica.

  Era nada más y nada menos que un sapo viscoso, lleno de verrugas.

  Una vez servido el mate cocido, Arcimbolda desviaba la mirada intentando concentrarse en las paredes de la pequeña habitación. El Gran Sabio tenía una mirada penetrante y, además untaba mosquitos en las galletas de salvado, las cuales comía con un ligero latigazo de la lengua. Se sentía un tanto incómoda.

-He venido a visitarlo señor Gran Sabio- se apresuró Arcimbolda, con la intención de retirarse rápidamente y obtener algo de información- porque las ñathas me aseguraron que usted puede hablarme sobre un tal Kotrumm, que parece ser muy malvado, y porque… dijeron algo de un toro… y la verdad ya no recuerdo mucho más y estoy cansada de no recordar nada, verá necesito saber cómo llegué aquí para volver a casa, que ya ni se donde era- tomó un sorbito de mate cocido haciendo ruido.

  El sapo la miraba inmóvil, con sus grandes ojos que se abrían y cerraban asincrónicos y con la lengua pegada a una galleta.

-La constelación de la Pájara Pinta había anunciado tu llegada Arcimbolda- rompió el silencio con una vos grave notablemente fingida.
-¿Cómo…cómo sabe mi nombre? Y, por cierto, ya estoy harta de escuchar hablar del toro, la pájara, que la luna… ¿Qué es todo esto?- Arcimbolda comenzó a impacientarse y hacer puchero.
-Una pregunta por vez y el Gran Sabio te ayudará jovencita.- Hablaba con una lentitud exasperante.
-Bien pues, empecemos por Kotrumm, de quien debo cuidarme según aseguran…

  El Gran sabio carraspeó aclarándose la garganta y con su gigantesca mirada perdida en el techo de la habitación, relató:

Antes del tiempo en que nacieron los hombres, que emergieron de las profundidades, habitaba en la tierra un mostro llamado Kotrumm. Este fue el nombre que le pusieron los animales a la bestia, porque cuando caminaba la tierra sufría y emitía un sonido: Kotrumm.
No existía animal que se le enfrentase, todos huían despavoridos ante su presencia. Eran tiempos en que el caracol que leyó a Krishnamurti desconocía su poder, y el mundo era caos.
“Era un demonio que maldecía la existencia de los animales. Difícil resultaba escaparse de él, corría velozmente, como el Trum-Trum (el trueno), tenía garras como cuernos y dientes de filosas piedras, de esas que brillan y los monos condicionadores matan por ellas.
“Su poder crecía a la par de su estómago, los animales feroces que engullía eran alimento para su soberbia. Diezmó todas las especies. Las alimañas pidieron ayuda a la madre Tierra, que no pudo hacer nada,  aún estaba dolorida por las profundas huellas que en su cuerpo había dejado Kotrumm.
“Todos los animales buscaron refugio. El problema era que la comida estaba afuera del escondite, en la tierra, donde acechaba la bestia.
“Los animales debían terminar con este tormento y decidieron reunirse en consejo. La reunión se realizó en las montañas.
-          Tenemos que matar a este demonio, pero lo debemos hacer juntos ¿Quiénes son voluntarios para la hazaña?
-          Nosotros, nosotros –dijeron a coro los cardamomos- podemos cavar una red de túneles por debajo de la tierra con nuestras raíces, atraer a Kotrumm con una carnada y la tierra caerá por su peso.
-          Pero es alto como los árboles, sus túneles no le van a llegar a las rodillas.-dijo el Gato Rayón y todos rieron a coro. Continuó: -Yo lo voy a matar con mis cortantes uñas y filosos dientes, además pertenezco a la noble raza guerrera felina, nunca nadie nos ha vencido.
-          ¿Tus dientes atraviesan escamas tan duras como piedras, puedes correr más rápido que el trueno y saltar de montaña a montaña, “noble guerrero”?- preguntó el Pájaro-.
-          No, pero…
-          Basta  de estupideces, escuchen mi propuesta.- dijo altivo el Zorro Encapuchado-. Todos sabemos que soy el más astuto e inteligente  de los aquí presentes.
-          Sí, - acotó el Pez Cado, que asomaba su cabeza por una piedra junto al río- sobre todo, después que tu madre te abandonó por ser un charlatán insoportable, tenías que alimentarte por tu cuenta. Como nunca escuchaste los consejos que tu madre te dio, casi mueres de hambre. Es más -continuó su discurso- Propongo que el zorro sea la carnada de cualquier plan, porque gracias a nosotros está vivo.
          “Todos dirigieron la mirada al zorro, que ya estaba caminando hacia atrás, y cuando se alejó lo suficiente, huyó entre las sombras de la noche. Nunca más el Zorro Encapuchado participó en los consejos de los animales, vive solitario y ha aprendido a hacerse el muerto.
           “Las discrepancias no aportaban soluciones.
“Muchas muertes hubo en ese tiempo. El hambre liquidó las poblaciones. No se criaba porque las hembras no tenían las fuerzas para hacerlo. Grandes enemigos se hicieron entre las distintas razas de los animales y comenzaron a devorarse creando así cadenas alimentarias invariables. Sobrevivían los más fuertes.
“Durante el quinto sol, del décimo día, del tercer año, Kotrumm, por su propia voluntad, se trasladó a las cavernas a cuidar el pórtico del patio de Kasüll. La tierra aún gemía por el dolor de las pisadas, señal por la cual los animales estaban seguros de que Kotrumm estaba presente, pero ya no lo veían.

El Gran Sabio tomó un sorbo de mate cocido y untó otro mosquito en la galleta.
-No ha de ser tan malo, si solito se fue a las cavernas- dijo Arcimbolda que, encantada con la historia, seguía repleta de interrogantes.
-Una consulta por visita jovencita. Un placer.

El sapo, un tanto descortés, chasqueó los dedos y mágicamente la habitación se esfumó. Cuando Arcimbolda empezó a quejarse ya estaba nuevamente donde la habían dejado las ñathas.
CONTINUARÁ...

domingo, 14 de agosto de 2011

Arcimbolda y su encuentro con las Ñathas

De las primeras caminatas sobre las tierras de Alzheimer.

  Sin recordar siquiera su condición de princesa, Arcimbolda se dispuso a recorrer aquellos caminos desconocidos que se presentaban extensos y muy diferentes a lo que el mapa, entregado por la mujer barbuda, indicaba.

   Volvió a examinar el dibujo de Alzheimer plasmado en el papel. La casa del caracol estaba realmente lejos, llegar hasta el jardín en que se encontraba enterrada su memoria implicaba atravesar aquel reino por completo. Sus ojos se detuvieron en un sector delineado con trazos firmes y angulares. Aparentaba ser la zona montañosa en que habitaba Kotrumm, lo dedujo tras leer una nota con letras mayúsculas que advertía: “PELIGRO. ZONA PROHIBIDA”

-Ni lo sueñes- dijo una vos muy débil que provenía del pastizal

   Arcimbolda miró nerviosa a su alrededor y desconfió del silencio de Boby. No era posible que el muñeco hablase. Luego de examinarlo y convencerse de que él no había emitido sonido alguno se sintió observada y preguntó simulando valentía:

-¿Quién se oculta cobardemente y habla sin mostrar su rostro?
-¿Cobardemente? ¡Ah desagradecida! Pues bien, pasea por donde te plazca, pero no digas que no te lo advertí. Adiós.
-¡No! Por favor, regresa. Te pido disculpas. ¿Podrías mostrarte?- Suplicó sintiéndose avergonzada.
-Nunca estuve escondida. Aquí abajo, justo detrás de la roca azul.

   En ese momento Arcimbolda notó que el paisaje de Alzheimer era extremadamente colorido y las rocas podrían confundirse con confites multicolores desparramados sobre los pastizales. Impulsada por la divertida semejanza se arrodilló y tomando una piedra amarilla del tamaño de una nuez, se la llevó a la boca y la escupió inmediatamente tras corroborar que no eran dulces y que sabían a tierra seca – aunque nunca antes había probado el sabor de  la tierra seca-

   Detrás de la roca azul, encontró a su interlocutora que reía locamente.
-Muchos creen que son confites- dijo divertida- simplemente rocas, nada más.
-Bien, por si no lo sabes, no recuerdo muy bien que digamos qué es un confite y qué es una roca- se excusó Arcimbolda muy molesta- y para ser sincera tampoco recuerdo haber visto un insecto como tú en mi vida
-Pues sí lo sé, porque vivimos en el reino de Alzheimer y aquí nadie recuerda nada jovencita- explicó impaciente, imitando el tono molesto de Arcimbolda- Y, nunca viste un insecto como yo, en primero lugar porque no soy un insecto, y en segundo lugar porque nunca antes estuviste aquí, y nosotras las ñathas pertenecemos a la flora de este reino.

  Arcimbolda acomodó a Boby sobre su hombro y se sentó junto a la ñatha dispuesta a obtener un poco de información. Volvió a observarla y pensó que más bien debía pertenecer a la fauna del lugar por la similitud que tenía con los cascarudos pero, al parecer la ñatha adivinó sus pensamientos y con un saltito seco sobre la roca azul, lo que antes simulaba un caparazón se convirtió en muchísimos pétalos violeta del que salían hojas en todas direcciones. Las hojas comenzaron a vibrar y la ñatha se elevó girando sobre sí misma despidiendo un exquisito aroma a lavanda.

-Somos flores voladoras y nuestra función es… pues volar.
-¿Y cómo es que puedes hablar? Las plantas no hablan.- Aseguró Arcimbolda
-Eso es porque todavía no conoces a los cardamomos y las crictusalias. En materia de charlatanería, las ñathas siempre fuimos tímidas…

   Arcimbolda notó que el sol se ponía y le entristeció la idea de tener que abandonar a su nueva amiga para buscar refugio. Tras la puesta del sol, una nueva esfera luminosa se asomaba entre los montes. La ñatha le explicó que en Alzheimer amanecía siete veces. La jovencita preguntó confundida:
-En Alzheimer ¿Nadie duerme?, ¿Qué pasó con la noche?
-Claro que dormimos boba, tras siete visitas del Sol aparece la Media Luna. De todos modos ya tendrás tiempo de comprender nuestro reino. Lo que importa ahora es que, como gran aventurera, querrás adentrarte en los terrenos de Kotrumm. Pude notar el brillo en tus pupilas mientras mirabas el mapa.
-¿Qué tan malo puede ser? Nada atemoriza a Arcimbolda y su fiel compañero Boby.
-Pues te llevaré con el gran sabio del lago, él sabrá explicarte mi advertencia.

   Mientras Arcimbolda se incorporaba, un numeroso grupo de ñathas comenzó a sobrevolar alrededor perfumando el camino. Sintió cosquillas en todo el cuerpo y se notó impregnada en lavanda desde los cabellos hasta la punta de los pies, que continuaban descalzos. Entonces las ñathas se alejaron velozmente dejando una estela violácea sobre el sendero que la conduciría al lago.

CONTINUARÁ...

viernes, 12 de agosto de 2011

Arcimbolda y La Mujer Barbuda

  Corrió en busca del cartel luminoso que cada vez parecía más y más lejano, tal vez estaba cansada, pero ¿Por qué? No sabía cuánto había caminado, de dónde venía, por qué su flequillo olía a dentífrico… solo tenía su nombre, el resto del paisaje comenzaba a ser descubierto por sus ojos, como un renacer. Entonces cuando menos lo esperaba, el objetivo se presentó gigante. Un enorme letrero intentaba explicar aquella extraña situación:
“Bienvenidos al reino de Alzheimer”.
Por favor deposite sus pertenencias  y recuerdos en mesa de entrada
   Tuvo que acercarse para leer la letra pequeña y se sintió indignada.
-¿Qué mesa de entrada?- gritó ofendida al borde del llanto nuevamente.
Y esta vez tenía razón. El cartel estaba clavado sobre una pequeña lomita ubicada exactamente en medio de la nada. Arcimbolda creyó que era una broma de muy mal gusto y mientras releía la frase escrita (porque ya la había olvidado), repitió suplicante:
-¿Qué mesa de entrada? Ya, ni recuerdo lo que es una mesa de entrada.

   Entonces, como si hubiese pronunciado las palabras mágicas, una grieta dividió lo que antes parecía el horizonte y una luz cegadora dibujó un enorme portal. La princesa se pellizcó la nariz para asegurarse de que aquello era real y abrió la boca sorprendida.




-Señorita, disculpe- susurró una voz de mujer un tanto nasal- No quiero interrumpirle pero…
   Arcimbolda yacía dormida sobre una larga, larguísima barba  canosa. Se levantó precipitadamente y volteó en busca de lo que antes había sido un portal dibujado frente a sus narices.

   Todo parecía diferente, el paisaje era verde, muy verde y frondoso.
-Oh no, no hay retorno señorita, no hasta que usted sepa volver solita. ¿Podría dejar de pisar…?- Suplicó la mujer impaciente.

   Solo entonces la princesa notó que estaba parada sobre la barba de la mujer que le hablaba y horrorizada reparó en el aspecto de su cabello desalineado y sus anteojos extremadamente grandes.
-Arcimbolda y Boby- se apresuró para romper el hielo
-Si, si- dijo la mujer indiferente, mientras leía un largo pergamino- los esperábamos. Yo soy la mujer barbuda como habrás notado, la portera del reino de Alzheimer, agente de inmigración acomodada por el comandante de la frontera Fimetrov, que por cierto esta perdidamente enamorado de mi- confesó vanidosa mientras se alisaba el bello facial
-¡Oh un placer conoceros!- mintió la princesa que no lograba salir de su asombro.
-Cual es su procedencia?- preguntó la mujer
-Mmmm, disculpe pero no recuerdo muy bien- confesó apenada Arcimbolda mientras rascaba su frente con el dedo mas largo, como quien piensa intensamente.
-Excelente- Exclamó la mujer barbuda anotando en un papel. Prosiguió- ¿Edad?
- No se
-Nombre del país que habita? Actividades o deportes cotidianos? Alergias?
-No
-Apellido de soltera de la madre del vecino de la reina de Inglaterra
- No? – La joven ya se impacientaba con el cuestionario- Os aviso que sólo sé mi nombre porque lo anoté en la pata de mi amigo, gentil dama, ¿Podríais?...
-Si, claro jovencita, en Alzheimer hablamos castellano postmoderno- interrumpió la mujer con su  voz constante, invariable en expresiones mientras sus ojos no se despegaban del pergamino
-Quisiera…
-Todos quieren lo mismo- volvió a interrumpir- ninguno lo consigue: recuperar la memoria. Aquí estoy para darle la bienvenida. Este es el mapa y el cristal susurrón, intente no perderlos ya que el presupuesto solo permite uno de cada uno por viajero. Su memoria se encuentra guardada en un sobrecito de té de tilo, en la caja especial con cerraduras ultramodernas, enterrada en el jardín de la casita que está al final del pantano, en la zona gelatinosa, donde vive el Caracol que leyó a Krishnamurti, no el otro, no los confunda. Hay muchos caracoles en Alzheimer pero sólo uno leyó a Krishnamurti.Puedeayudarteaencontrarloelpájaroquetropezóconlalunasiempreycuandonoesteentretenidoconlapájarapintaquees…
blaBlaBLablaA

   El discurso de la mujer barbuda resultaba un trabalenguas para Arcimbolda que se limitó al mapa y la escuchó por educada nomás.
  
   Abandonó  la mesa de entrada, Lo miró a Boby estupefacta y le susurró al oído “No entendí nada de lo que explicó, pero una cosa sí me quedó clarita: Nunca te acerques a las cavernas del inframundo de Kotrumm”

CONTINUARÁ...